Experiencias cercanas a la muerte
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La expresión o categoría "experiencia cercana a la muerte" (ECM, en sus siglas en español, y NDE, en inglés) hace referencia a un suceso, ya atestiguado por miles de personas, y estudiado con toda la ciencia posible, en el que la conciencia de individuos clínicamente muertos sigue registrando acontecimientos y sentimientos de cierto tipo. La terminología la introdujo uno de los primeros investigadores, el psiquiatra Raymond Moody, en 1975, influido a su vez por George Richtie, que tuvo una ECM en 1946, reflejada en el libro "Regreso del futuro".
La muerte clínica es definida como el periodo de inconsciencia provocado por la falta de oxígeno en el cerebro, cuya causa puede ser la parada circulatoria o la respiratoria o ambas. De no producirse la resucitación, el paciente muere, incluso aunque más tarde logre restablecerse su ritmo cardíaco. Durante ese periodo, algunos pacientes regresados a la vida dicen haber visto y sentido cosas bastante similares que han llevado finalmente a que los investigadores se pregunten qué relación hay entre conciencia y biología. La pregunta ya no es cuál es la base biológica de la conciencia: de lo que se trata ahora es de si la conciencia tiene una base biológica. La respuesta que ofrece uno de los expertos más reconocidos en en el asunto, el cardiólogo holandés Pim Van Lommel (en la foto), en su libro "Consciencia. Más allá de la vida" (Atalanta, traducción de Patricia Gonzalo), es que cuerpo y conciencia son discontinuos: el cuerpo es localizado y finito; la conciencia es no local e infinita.
Va incluso más lejos, mucho más lejos: "Estamos obligados a considerar seriamente la posibilidad de que la muerte, al igual que el nacimiento, no sea más que un simple tránsito de un estado de conciencia a otro, y que en vida el cuerpo funcione como una interfaz o caja de resonancia". En todo caso, de lo que está convencido es de que el análisis que la ciencia ortodoxa practica sobre estos fenómenos es materialista y reduccionista. Y que gran parte de la falta de comprensión o de asimilación de este tipo de experiencias procede de una imagen del mundo de las mismas características.
Según sus estimaciones, al menos veinticinco millones de personas han sufrido una ECM en el mundo en los últimos cincuenta años, pero la inefabilidad del acontecimiento, el retraimiento de los sujetos y la desconfianza de la medicina oficial, han hecho que estas experiencias no hayan sido recogidas debidamente en los informes de los hospitales. El trabajo de Van Lommel ha consistido, por un lado, en recoger todos los testimonios a su alcance y, por otro, en contrastarlos y desarrollar sus propias investigaciones.
Otra perspectiva enjundiosa es la de que no sólo quienes han estado clínicamente muertos han accedido a estas cosas. También lo han hecho quienes han sido sometidos a un miedo o a una emoción intensa, de carácter terminal. El tema, por tanto, tiene otra amplitud, aunque no varía: relación entre cuerpo biológico y conciencia.
Continuaremos, no hay más remedio.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/...la-muerte.html
"Cuando mueres sólo cambias de conciencia"
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Lluís Amiguet
Aceptar
La ciencia ignora o niega cuanto no puede explicar, pero eso no quiere decir que no exista. La vida del doctor Van Lommel es una apuesta por la verdad, por muy inexplicable que parezca, más allá del camino trillado de la ortodoxia. Han pasado diez años desde que hablamos, pero al estrechar su mano en el aeropuerto de Amsterdam (viene de conferenciar en Atlanta) me sonríe como a un viejo amigo y experimento una íntima sensación de paz y seguridad. El doctor Van Lommel se ha asomado al otro lado sin dejarse en éste el sentido común y lo que ha visto es bueno, aunque, para dominarnos, nos hayan infundido el miedo a verlo. Aceptarlo es aceptarnos y sentirse mejor.
Cuando enseñaba Cardiología en el hospital de Arnheim -800 camas- ya investigaba cómo algunos pacientes, tras infarto y muerte clínica, volvían a vivir.
...
Hasta que en 1986 leí el testimonio de un estudiante de Medicina, George Ritchie, que resucitó tras nueve minutos de muerte clínica. Me impresionó tanto que empecé a estudiar en profundidad esos casos.
¿Tantos había?
En 1988 ya tenía doce episodios incuestionables y creé una red de investigación con otros diez hospitales holandeses. Iniciamos un estudio clínico prospectivo de 344 pacientes, que publicó The Lancet (2001).
Causó un impacto mundial.
Tanto que ya le avancé entonces, cuando usted me entrevistó, que, tras 31 años de cardiología, me iba a dedicar en exclusiva a las experiencias cercanas a la muerte (EDM).
¿Qué hemos aprendido desde el 2001?
Tenemos más preguntas, además de la clásica: ¿si la conciencia es un mero producto del cerebro, cómo puede sobrevivir y explicar la experiencia de la muerte?
¿Qué dice la ortodoxia médica?
Que se trata de meras alucinaciones causadas por la anoxia (carencia de oxígeno).
¿Y qué le dice su investigación?
Si la causa fuera la anoxia, todos los que vuelven a la vida tras la muerte tendrían EDM, porque todos la sufren, pero, en cambio, sólo el 18% tiene esas experiencias.
¿Qué explican sobre ellas?
Coinciden en hablar de recuerdos, cognición y emociones y mantienen la identidad, un punto crucial, porque el ego es el enlace entre la conciencia y el cuerpo.
¿Luces, voces, su vida en un instante...?
Las han experimentado miles de personas, pero no todos las explican por temor a ser tachados de lunáticos o porque creen que las causan la medicación o la enfermedad.
¿Todos experimentan lo mismo?
No todos experimentan todo, pero todos citan algunas experiencias recurrentes que coinciden en un cruce espacio-temporal.
¿A qué se refiere?
Es la revisión de la vida pasada, pero también la futura y presente: algunos, al volver, anticipan sucesos y reinterpretan los ya pasados, así que suelen cambiar de pareja, de trabajo, de existencia, porque han contemplado su vida en conjunto durante su EDM.
¿Cómo son esas visiones?
Inefables, a menudo el lenguaje carece de términos para explicarlas. Una EDM de tres minutos puede requerir semanas de testimonio en el que no se repite un solo episodio. El tiempo, como le decía, transcurre de un modo único en síntesis con el espacio y una constelación de familiares y afectos.
Por ejemplo.
Un paciente refiere cómo en su EDM había visto a un señor desconocido sonriéndole. Diez años después, su madre agonizante le reveló que él era hijo de una relación extramarital y le mostró una fotografía de su padre biológico, asesinado en un campo de concentración: era aquel señor sonriente.
¿Cómo sabe que esos pacientes clínicamente muertos siguen conscientes?
Lo prueban cientos de casos. En Conciencia más allá de la vida explico el de un hombre de 43 años que nos llegó cianótico, frío, sin tensión y con las pupilas dilatadas. La enfermera le extrajo la dentadura postiza y la depositó en un cajón. Resucitó inexplicablemente tras un largo coma y preguntó por sus dientes.
Si estas vivo, resultan muy útiles.
Reconoció, al verla, a la enfermera y le pidió que se los devolviera. Ella nos llamó alarmada y entonces el paciente nos relató en detalle lo que habíamos dicho y hecho cuando llegó muerto a urgencias del hospital.
¿Y usted qué cree?
Nuestra conciencia no es más que un retransmisor para esta dimensión de nuestro ser en varias. Es como una radio que, mientras vivimos aquí, sintoniza con este universo. Nuestra muerte sólo es un cambio de conciencia, una transición. Sólo morimos en una dimensión para pasar a otras.
¿Es una convicción religiosa?
Es física cuántica. Yo no soy creyente. Muchas religiones se han acercado a esa realidad con técnicas de paso entre esas dimensiones, como la meditación o el misticismo.
¿Cómo lo sabe?
Porque estudio casos -me consultan decenas cada día- y las experiencias son recurrentes y concurrentes: confluyen tiempo -pasado, presente y futuro: tienen visiones- y espacio en sensación de unidad.
...
Y esos testimonios de cada día coinciden con los relatos de la mística y las visiones de profetas, gurús y santos desde hace siglos.
¿Todo está conectado?
Ven la luz (los niños me cuentan que un ángel; los ateos hablan de "una energía" y los creyentes, de Dios). Todos se refieren a lo mismo y que en ello se sienten integrados.
¿Por qué la ciencia lo ignora?
Hasta ahora, la mecánica cuántica demuestra que la luz consta de partículas que al mismo tiempo son ondas -creo que nuestra conciencia las retransmite- dependiendo del estado del observador.
La experiencia de lo objetivo, al fin, depende de tu estado subjetivo.
Así que, desde los gurús milenarios hasta los físicos cuánticos, cuando asumes tu transición sin miedo experimentas un anticipo de esa sensación de plenitud.
http://www.lavanguardia.com/lacontra...an-lommel.html