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27-jun-2008, 16:21
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Isabel Fernández: la dermatitis atópica se cura con una dieta vegana
Fecha del artículo 1/3/2000 / Fecha de alta en Natural 11/12/2003
P.- ¿Porqué te hiciste vegana?
R.- No me hice vegana por ideología, fue por la salud de mi bebé, Ágata, que nació con una alergia a la proteína animal. Esta alergia se manifestó a los cuatro meses porque a través de la leche materna ella tomaba la proteína animal que yo iba ingiriendo. Yo comía mucha carne y lácteos. Ágata, tuvo una fuerte reacción cutánea, su piel se hizo débil, cualquier roce le causaba una herida. Le diagnosticaron dermatitis atópica. En la Seguridad Social no me ofrecieron soluciones, me dijeron que tenía que aguantar así hasta que la niña cumpliera tres años con una crema de corticoides cuando tuviera eccemas o manifestaciones cutáneas fuertes. Busqué soluciones alternativas hasta que encontré un grupo de gente naturista que me orientó muy bien. Me explicaron que era un problema de rechazo a la proteína animal. Empecé a reducir los lácteos en mi dieta. Durante un mes sustituí la leche de vaca por leche de almendra y de arroz. La niña mejoró bastante. Después suprimí por completo las carnes, pescados y huevos en mi dieta. Me costó mucho, pero lo hice. La niña dejó de tener los ojos tristes, dejó de rascarse y de sangrar, ya no se la veía dolorida. Así pues, entré en el veganismo para salvar a mi hija y mejorar su calidad de vida. Hasta ese momento, hace un año exactamente, yo no tenía ninguna cultura dietética. Ni siquiera sospechaba lo importante que es una comida sana y lo insidioso que son los aditivos, los pesticidas, etc.
P.- Has dicho antes que eras una forofa de la carne ¿Comíste mucha carne durante el embarazo?
R.- Antes del embarazo comía bastante carne, incluso cruda. Cuando quedé embarazada los médicos me recomendaron que comiera mucha proteína, que era necesaria para el desarrollo del feto, así que comí mucha carne, incluso más que antes si cabe. Comía carne y pescado en la comida y en la cena. Ahora sé que esto es un grave error, no sólo no es necesario sino que es pernicioso, a pesar de que en todos los servicios de tocología te digan lo contrario. Ahora se que la dermatitis atópica que sufren muchos niños se puede evitar simplemente con una dieta correcta durante el embarazo, reduciendo o eliminando la proteína animal y reforzando a la vez la proteína vegetal. Esto no quiere decir que no existan casos de dermatitis atópica en familias vegetarianas, que sí los hay porque es una enfermedad congénita, pero el pronóstico es mejor.
P.- Además de la dieta sana, ¿qué otras soluciones se pueden ofrecer para curar la dermatitis atópica?
R.- Van muy bien los baños de lodo o de arcilla. Son un remedio naturista eficaz, pero sólo sirven para mitigar la enfermedad. Desde la medicina convencional se ofrecen toda una serie de medicamentos, pastillas, jarabes, cremas... Son medicinas carísimas, agresivas y con efectos secundarios. La medicina oficial sigue negando que la dermatitis atópica sea una alergia alimentaria o dice que “no está probado”. Aquí esta mi hija para probarlo, a los cuatro meses tenía una dermatitis galopante y hoy en día tiene dieciocho meses y está sana.
P.- ¿Es fácil ser vegano? ¿Cómo te afecta en tu vida cotidianda?
R.- Te cambia toda tu vida, existe un antes y un después. El veganismo es una solución integral para la dermatitis atópica y para muchos otros problemas. Los cambios que cada uno tenga que hacer en su vida tendrán un calado mayor o menor según el caso, en el mío la opción del veganismo ha venido determinada por la necesidad de curar a mi hija. El detonante para mi fue la maternidad, que me ha hecho cuestionarme muchas cosas. He dejado atrás una vida profesional intensa y he tenido que realizar un esfuerzo para cambiar muchas coordenadas en mi vida. El deseo de los padres de que sus hijos estén sanos y sean felices es una fuerza poderosa que puede con todo. A mi, el cambio a una alimentación vegana me ha sentado muy bien. Ahora siento la necesidad de divulgar mi experiencia y estoy escribiendo un libro sobre veganismo para intentar ayudar al máximo número de personas que tengan en casa este problema de la dermatitis atópica con sus bebés. El veganismo es difícil, pero una vez que se superan los problemas de adaptación es una maravilla, se descubre una nueva visión de la vida y de uno mismo. También se descubre toda una nueva gastronomía que es un goce para el cuerpo. El goce del chuletón de Avila es un goce agresivo, el cuerpo se resiente. Sin embargo, con la alimentación vegana el cuerpo goza y no sufre. El veganismo te da una imagen diferente de ti mismo. Al sentirte distinto empiezas a pensar un poco por libre, ya no eres como los demás y esto se nota enseguida. Entras en un supermercado y lo único que te sirve es la sección de frutas y verduras y eso al principio te hace sentirte como alienígena, como fuera de la sociedad. Te hace cambiar tu autoimagen. Personas muy integradas en la sociedad y que se identifican mucho con lo que hacen, se pueden sentir un poco extrañas y marginadas. Para mi es un proceso de maduración. Si esta constatación te cae como una bomba, te puede poner las cosas muy difíciles. Hay que acostumbrarse a ser distinto, a seguir tu propio camino y no depender de la aprobación de los demás. Luego hay un aspecto logístico complicado. El aprovisionamiento ya no se puede hacer en el supermercado o en grandes superficies y tienes que empezar a buscarte la vida y a invertir tiempo en ello. Estas dificultades logísticas hacen que la familia que esté planteándose este cambio de dieta deba dedicar mucho tiempo y concentrarse mucho en el aprovisionamiento, porque necesitas ingredientes y cosas que no son fáciles de encontrar. Implica un cambio de hábitos y cierta incompatibilidad en familias donde todo el mundo trabaja. Para realizar una transición con éxito tienes que estudiar mucho dietética y renunciar a una serie de cosas que hacías antes, por ejemplo a trabajar tantas horas como antes. Lo más difícil es encontrar proveedores, porque con los herbolarios no es suficiente. Y sobre todo cuando tienes que viajar. Cualquier desplazamiento con un bebé vegano es complicado.
P.- Pero el veganismo es también una opción ética...
R.- Por supuesto, he dicho antes que un chuletón de Avila es un placer para el cuerpo aunque luego se resienta y he olvidado mencionar al pobre choto, que es sacrificado para que este chuletón llegue al plato. Aquí radica el núcleo del pensamiento vegano, la motivación principal viene generalmente del horror ante el sufrimiento animal, las torturas que sufren los animales durante su crianza y en el matadero... Los animales no son objetos, son seres sensibles, tienen emociones como nosotros. Yo nunca me había planteado esto, aunque era incapaz de matar un animal. Una vez me tocó un gallo vivo en una rifa y se suponía que había que matarlo y usarlo para hacer sopa. Era un animal joven, lleno de vida, con ganas de corretear, lleno de colores, de belleza absoluta. Pensar que tenía que matarlo para comer un día un guiso me parecía horrible. No fuí capaz. Ahora comprendo que una persona se haga vegana por amor a los animales, para evitar esa explotación. Yo no me hice vegana por ideología sino por necesidad, pero comparto esa conciencia y entiendo ahora mejor esas motivaciones éticas. En cierta ocasión conocí a Francisco Martín, el presidente de la Asociación Vegana Española, y me dijo que con el tiempo te vas acercando a ese sentimiento de respeto a los animales, y es verdad.
P.- ¿Cual es ahora tu punto de vista sobre la medicina convencional?
R.- Para los veganos, bregar con médicos y pediatras es difícil, aunque no imposible: hay una progresiva apertura en este terreno. Muchos no se dan cuenta del exceso de proteína animal que tenemos en la dieta habitual y de ahí los problemas de hipertensión, obesidad, diabetes, gota, cardiopatías... que son la consecuencia de una inmensa acumulación de grasas y toxinas. La medicina convencional no es eficaz para prevenir muchas enfermedades, se sustenta sobre una cultura sanitaria y nutricional desastrosa, pero no todo es achacable a los médicos; el sistema entero está montado así.
Esteban Cabal
Revista Primavera 2000
FUENTE:
http://www.revistanatural.com/articulo.asp?id=229
Isabel Fernández: la dermatitis atópica se cura con una dieta vegana
Fecha del artículo 1/3/2000 / Fecha de alta en Natural 11/12/2003
P.- ¿Porqué te hiciste vegana?
R.- No me hice vegana por ideología, fue por la salud de mi bebé, Ágata, que nació con una alergia a la proteína animal. Esta alergia se manifestó a los cuatro meses porque a través de la leche materna ella tomaba la proteína animal que yo iba ingiriendo. Yo comía mucha carne y lácteos. Ágata, tuvo una fuerte reacción cutánea, su piel se hizo débil, cualquier roce le causaba una herida. Le diagnosticaron dermatitis atópica. En la Seguridad Social no me ofrecieron soluciones, me dijeron que tenía que aguantar así hasta que la niña cumpliera tres años con una crema de corticoides cuando tuviera eccemas o manifestaciones cutáneas fuertes. Busqué soluciones alternativas hasta que encontré un grupo de gente naturista que me orientó muy bien. Me explicaron que era un problema de rechazo a la proteína animal. Empecé a reducir los lácteos en mi dieta. Durante un mes sustituí la leche de vaca por leche de almendra y de arroz. La niña mejoró bastante. Después suprimí por completo las carnes, pescados y huevos en mi dieta. Me costó mucho, pero lo hice. La niña dejó de tener los ojos tristes, dejó de rascarse y de sangrar, ya no se la veía dolorida. Así pues, entré en el veganismo para salvar a mi hija y mejorar su calidad de vida. Hasta ese momento, hace un año exactamente, yo no tenía ninguna cultura dietética. Ni siquiera sospechaba lo importante que es una comida sana y lo insidioso que son los aditivos, los pesticidas, etc.
P.- Has dicho antes que eras una forofa de la carne ¿Comíste mucha carne durante el embarazo?
R.- Antes del embarazo comía bastante carne, incluso cruda. Cuando quedé embarazada los médicos me recomendaron que comiera mucha proteína, que era necesaria para el desarrollo del feto, así que comí mucha carne, incluso más que antes si cabe. Comía carne y pescado en la comida y en la cena. Ahora sé que esto es un grave error, no sólo no es necesario sino que es pernicioso, a pesar de que en todos los servicios de tocología te digan lo contrario. Ahora se que la dermatitis atópica que sufren muchos niños se puede evitar simplemente con una dieta correcta durante el embarazo, reduciendo o eliminando la proteína animal y reforzando a la vez la proteína vegetal. Esto no quiere decir que no existan casos de dermatitis atópica en familias vegetarianas, que sí los hay porque es una enfermedad congénita, pero el pronóstico es mejor.
P.- Además de la dieta sana, ¿qué otras soluciones se pueden ofrecer para curar la dermatitis atópica?
R.- Van muy bien los baños de lodo o de arcilla. Son un remedio naturista eficaz, pero sólo sirven para mitigar la enfermedad. Desde la medicina convencional se ofrecen toda una serie de medicamentos, pastillas, jarabes, cremas... Son medicinas carísimas, agresivas y con efectos secundarios. La medicina oficial sigue negando que la dermatitis atópica sea una alergia alimentaria o dice que “no está probado”. Aquí esta mi hija para probarlo, a los cuatro meses tenía una dermatitis galopante y hoy en día tiene dieciocho meses y está sana.
P.- ¿Es fácil ser vegano? ¿Cómo te afecta en tu vida cotidianda?
R.- Te cambia toda tu vida, existe un antes y un después. El veganismo es una solución integral para la dermatitis atópica y para muchos otros problemas. Los cambios que cada uno tenga que hacer en su vida tendrán un calado mayor o menor según el caso, en el mío la opción del veganismo ha venido determinada por la necesidad de curar a mi hija. El detonante para mi fue la maternidad, que me ha hecho cuestionarme muchas cosas. He dejado atrás una vida profesional intensa y he tenido que realizar un esfuerzo para cambiar muchas coordenadas en mi vida. El deseo de los padres de que sus hijos estén sanos y sean felices es una fuerza poderosa que puede con todo. A mi, el cambio a una alimentación vegana me ha sentado muy bien. Ahora siento la necesidad de divulgar mi experiencia y estoy escribiendo un libro sobre veganismo para intentar ayudar al máximo número de personas que tengan en casa este problema de la dermatitis atópica con sus bebés. El veganismo es difícil, pero una vez que se superan los problemas de adaptación es una maravilla, se descubre una nueva visión de la vida y de uno mismo. También se descubre toda una nueva gastronomía que es un goce para el cuerpo. El goce del chuletón de Avila es un goce agresivo, el cuerpo se resiente. Sin embargo, con la alimentación vegana el cuerpo goza y no sufre. El veganismo te da una imagen diferente de ti mismo. Al sentirte distinto empiezas a pensar un poco por libre, ya no eres como los demás y esto se nota enseguida. Entras en un supermercado y lo único que te sirve es la sección de frutas y verduras y eso al principio te hace sentirte como alienígena, como fuera de la sociedad. Te hace cambiar tu autoimagen. Personas muy integradas en la sociedad y que se identifican mucho con lo que hacen, se pueden sentir un poco extrañas y marginadas. Para mi es un proceso de maduración. Si esta constatación te cae como una bomba, te puede poner las cosas muy difíciles. Hay que acostumbrarse a ser distinto, a seguir tu propio camino y no depender de la aprobación de los demás. Luego hay un aspecto logístico complicado. El aprovisionamiento ya no se puede hacer en el supermercado o en grandes superficies y tienes que empezar a buscarte la vida y a invertir tiempo en ello. Estas dificultades logísticas hacen que la familia que esté planteándose este cambio de dieta deba dedicar mucho tiempo y concentrarse mucho en el aprovisionamiento, porque necesitas ingredientes y cosas que no son fáciles de encontrar. Implica un cambio de hábitos y cierta incompatibilidad en familias donde todo el mundo trabaja. Para realizar una transición con éxito tienes que estudiar mucho dietética y renunciar a una serie de cosas que hacías antes, por ejemplo a trabajar tantas horas como antes. Lo más difícil es encontrar proveedores, porque con los herbolarios no es suficiente. Y sobre todo cuando tienes que viajar. Cualquier desplazamiento con un bebé vegano es complicado.
P.- Pero el veganismo es también una opción ética...
R.- Por supuesto, he dicho antes que un chuletón de Avila es un placer para el cuerpo aunque luego se resienta y he olvidado mencionar al pobre choto, que es sacrificado para que este chuletón llegue al plato. Aquí radica el núcleo del pensamiento vegano, la motivación principal viene generalmente del horror ante el sufrimiento animal, las torturas que sufren los animales durante su crianza y en el matadero... Los animales no son objetos, son seres sensibles, tienen emociones como nosotros. Yo nunca me había planteado esto, aunque era incapaz de matar un animal. Una vez me tocó un gallo vivo en una rifa y se suponía que había que matarlo y usarlo para hacer sopa. Era un animal joven, lleno de vida, con ganas de corretear, lleno de colores, de belleza absoluta. Pensar que tenía que matarlo para comer un día un guiso me parecía horrible. No fuí capaz. Ahora comprendo que una persona se haga vegana por amor a los animales, para evitar esa explotación. Yo no me hice vegana por ideología sino por necesidad, pero comparto esa conciencia y entiendo ahora mejor esas motivaciones éticas. En cierta ocasión conocí a Francisco Martín, el presidente de la Asociación Vegana Española, y me dijo que con el tiempo te vas acercando a ese sentimiento de respeto a los animales, y es verdad.
P.- ¿Cual es ahora tu punto de vista sobre la medicina convencional?
R.- Para los veganos, bregar con médicos y pediatras es difícil, aunque no imposible: hay una progresiva apertura en este terreno. Muchos no se dan cuenta del exceso de proteína animal que tenemos en la dieta habitual y de ahí los problemas de hipertensión, obesidad, diabetes, gota, cardiopatías... que son la consecuencia de una inmensa acumulación de grasas y toxinas. La medicina convencional no es eficaz para prevenir muchas enfermedades, se sustenta sobre una cultura sanitaria y nutricional desastrosa, pero no todo es achacable a los médicos; el sistema entero está montado así.
Esteban Cabal
Revista Primavera 2000
FUENTE:
http://www.revistanatural.com/articulo.asp?id=229